DE LAS PATENTES: El plumero fue patentado por el marido de Susan Hibbard, quien se apropió de la idea de su mujer, quien con las plumas del pavo que iba a cocinar confeccionó un ramillete con el que quitaba rápidamente el polvo. Susan se enfureció con él por el robo de la idea y se divorció. Finalmente, logró que se le reconociera el mérito y la patente quedó registrada como suya.
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